
Desde pequeña anhelaba que llegara el momento de aquello hermoso que como clarividente nata recibía como mensaje. Y de lo contrario, de aquello desconsolador... oraba para que cambiara el destino.
Y sabes... todo llega, tal cual... como el Alma lo dicta, con gratitud y certeza, fortaleciendo al espíritu, la mente y al cuerpo.
La energía de la adrenalina, un poco de miedo y la espera de tan comprometedores mensajes.
Lo que antes parecía un escenario con creatividad futurista...
Hoy ante la situación actual, vivimos un despertar extraordinario, una vez más los ángeles están entre nosotros, más ahora para unirnos con ellos en una misión planetaria.
Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana, y lo hemos olvidado con tan dedicada rutina apegada a la locura de ganarle al tiempo o ser víctimas del mismo.
Ha llegado el momento donde el conocimiento adquirido en estos años de mi vida y la sabiduría aplicada son elementos para la supervivencia.
El aroma del miedo me atrofia, me asfixia y me ciega.
Entonces vuelvo fuertemente a mi origen, como clarividente, mensajera, artista y amante del hogar.
Cada uno de los habitantes que respira en este planeta que llamamos Tierra, tiene una responsabilidad, la de cumplir el propio propósito del Alma.
Ver a Dios en todo es el gozo de la felicidad. No se busca la felicidad, se crea... con Fe.
Mi Dharma es ver a Dios en todo y estar atenta a sus mensajes. Ser dócil a su guía.
Así como limpio mi cuerpo, limpio mi mente el templo donde me reúno con Dios todos los días...mi Alma recita alabanzas y los propósitos para esta vida y Dios me regala sus pensamientos más sagrados, sus historias milagrosas y un abrazo que sostiene mi existencia.
Mi traducción personal del Dharma ...
Practicar con Amor el Propósito de nuestra propia vida, desde la honestidad del Alma.

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