
Ser empáticos con los animales, sensibiliza las emociones y las memorias ancestrales desde lo primitivo en este planeta.
Es un despertar de convivencia diferente; hoy más evolucionado a través del tiempo. Es compañía que sana.
Aún así, si tienes reserva de ciertos gustos por algunos animales o decidir no convivir con ellos, puedes ser empático con observarlos y bendecirlos.
¡La mirada de ellos expresan tanto!... puedes ver sus emociones que comunican al verte, ya que es su forma de conectar y crear un vínculo compasivo y sanador.
Y aún cuando pudieran estar con alguna disfunción en sus ojos, el te llevará más allá donde el amor no tiene límites y terminarás enamorándote de la perfección de su existencia. ¡Porque entonces
te habrás encontrado con la mirada de su alma!.
Hago mención de esto por el rechazo y la inconsciencia del algunos humanos que creen que los animales no tienen alma y que si tienen una condición diferente, capacidades diferentes; no
tienen valor ni motivo de su existencia.
Es un gran error, pues los animales son en muchos casos seres más evolucionados por su capacidad de vivir el presente y con amor.
Estos seres de la naturaleza viven el presente, y si tu tienes el privilegio de tener una mascota, ese animalito no te juzgará nunca, siempre te dará oportunidades de volver a coincidir juntos
deseando tu cariño.
Son familia los que viven en casa, al igual que los que viven en este planeta.
Duele el alma cuando sufren y parten de este plano. Más también ellos vuelven cerca a cuidarnos si fuimos sus dueños o bien se vuelven guardianes del planeta.
¿En realidad, si tenemos mascota, somos dueños de ellos?
Yo creo que ellos ven a Dios a través de nosotros y su amor es compañía incondicional, nos enseñan a ver a Dios en todo.
¿Y qué pasa si son huraños o agresivos?
Pues entonces te invito a que investigues su historia de vida, probablemente terminarás comprendiendo, quizás hasta llorando, o lo menos que puedes hacer quedarte callado sin volver a juzgarlo.
Como terapeuta he tenido acercamientos con perros para proporcionarles a sus compañeros humanos la terapia de Flores de Bach y ambos tomen la fórmula pertinente para el bienestar.
Nací en un hogar donde siempre nos han acompañado perros, mi madre los ama y nos regaló la enseñanza de amarlos desde el alma.
Y el sueño de mi padre hecho realidad, tener la compañía de caballos, que hoy amamos también con respeto.
Aunque no soy muy afectuosa en expresar físicamente el amor que les tengo, siempre veo a Dios en ellos, y me encanta por un instante que nuestras miradas se encuentren como el saludo de
nuestras almas.
Mi hija Sarah, ha nacido con el don de la comunicación con los animales, experimentando vínculos hermosos, y ella me recuerda que ellos tienen derecho a ser felices y vivir dignamente.
Lucía Villalobos

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Charly García (martes, 24 marzo 2020 22:20)
Wow, que hermosas palabras, tu manera de expresarlo hace que uno crea conciencia , felicidades !!